La primera vez con restricciones: el diario travieso de un novato
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Bien, nena, abróchate el cinturón, que voy a compartir demasiado. ¿Conoces esas fantasías sucias que te repites una y otra vez? ¿Esas en las que estás atada, indefensa, con el cuerpo totalmente a merced de alguien? Sí... Por fin lo hice. Mi primera sesión real con ataduras, y déjame decirte que nada me habría preparado para lo excitante, caótico y totalmente adictivo que fue.
Paso uno: El momento "¡Mierda! ¡Está pasando!"
Mira, pensé que estaba lista. Estuve navegando por Twitter, guardando fotos picantes de cuerdas, convenciéndome de que estaba preparada ... Mentiras. ¿En cuanto me quitaron las esposas? Mi cerebro se cortocircuitó. Palmas sudando, estómago revuelto, pezones duros... Estaba hecha un manojo de temblores antes de que una sola correa me tocara.
Pista: ¿Ese miedo? ¿Ese pánico de "Dios mío, ¿y si no puedo con esto?"? Cariño, eso es parte de la emoción.
Paso dos: Atado y salvaje
Cuando las ataduras hicieron clic —primero las muñecas, luego los tobillos— la realidad me golpeó en la cara. No podía moverme. No podía tocar. No podía detener lo que venía. ¿Y esa sensación de impotencia? Una auténtica porquería en el mejor sentido de la palabra. Pasé de ser un niño engreído a un juguete llorón en un instante.
Cada centímetro de mi piel se iluminó; incluso el aire me provocaba. Las cuerdas se tensaron, las esposas me presionaron, y juro que mi cerebro se convirtió en papilla.
Esperar:
¿Tu control? Se fue.
¿Tu orgullo? Se fue.
¿Tu yo sucio, dolorido y sobreestimulado? Totalmente liberado.
Paso tres: La comprensión de "Por favor, nunca me dejes ir"
A mitad de camino, estaba hecha polvo. No podía luchar, no podía tocar, estaba completamente empapada (y no solo de sudor). No era solo la atadura, nena, sino el poderío, las provocaciones, la sonrisa cómplice en su cara mientras me retorcía y suplicaba.
De repente, estar sujeta no solo era excitante, sino necesario . Necesitaba esas cuerdas apretadas, necesitaba esas esposas cerradas, necesitaba que me usaran como el pequeño juguete desesperado que soy.
Paso cuatro: Cuidados posteriores, agua y recuperación del alma
¿Una vez que me desataron? Me derretí. Literalmente. Piernas de gelatina, cerebro frito, cuerpo zumbando. Y sí, abrazos, besos, agua... todo crucial. No te sumerges tan profundamente en la inmundicia sin un aterrizaje suave.
Consejos de supervivencia para novatos:
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¿Palabras seguras? Úsalas.
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Empieza despacio, prolongue el proceso y alargue el proceso; me lo agradecerás más tarde.
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Ríete de los momentos incómodos: desaparecen rápidamente, créeme.
En resumen, tu primera vez con ataduras te arruinará de la mejor manera. Un minuto sientes curiosidad, al siguiente, estás obsesionado. Anhelarás las cuerdas, las esposas, la sonrisa pícara de tu pareja mientras suplicas como un juguete sucio.
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